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DIOS PLURIVERSAL

Publicado: 2012-07-11

Por David Roca Basadre

A pesar del trabajo evangelizador de los jesuitas, en Condorcanqui entre los indígenas awajún y wampís el credo es sincrético, y junto al Cristo sufriente vive la omnipresencia de vida en todo cuanto los rodea, en la sacralización del río, de la buena tierra, de los árboles, de las aves, de los demás animales en los que se da la vida, porque allí – al final – no se muere, uno transmuta. Lo bueno posible, es que los curas cercanos a ese pueblo, han entendido bien todo aquello.

En Cajamarca, en Ayacucho, en Cusco, como en toda la zona andina, la imponencia de las grandes montañas invade el espíritu, y el dios se manifiesta en asombro, en necesidad de cuidado, en ritual de agradecimiento por los dones cotidianos. La magnitud de los colosos desde donde todo mana, sobrecoge tanto como la angustia cósmica de los filósofos occidentales.

Decía el Amauta José María Arguedas que “el universalismo puro, abstracto, aún no existe”, y entonces antes que un dios universal y tirano, absolutista, con una sola verdad, hay que buscar al Dios Pluriversal que se enfrenta al dios universal de aquel que cree que solo hay una posibilidad para ser, para actuar, para valorar y sentir.

Que es lo que explica que haya la negación de la humanidad de la víctima en el corazón de los que dañan al otro, como nos explicaba en artículo reciente Salomón Lerner Febres, ex presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tratando de entender la frialdad de quienes – como ahora los que mandan reprimir y hasta matar en Cajamarca, como García con sus víctimas los perros del hortelano – quieren sentirse autorizados a actuar contra aquel otro al que le niegan proximidad. Y eso es porque han asumido que hay un solo universo, una sola verdad inconmovible, un solo rostro de dios, en suma, que les aconseja tronante.

Entre el dios universal y la dictadura que incluso puede no reconocerse, había solo un paso, que hace tiempo se dio y que conquista preguntándose  si el otro vale la pena. Y es que detrás del dios universal hay también un sincretismo bestial, venido de Occidente, con el becerro de oro al que adoran multitudes autorizadas por gentes como el señor Cipriani y que, en estos tiempos, señorean saturando de publicidad consumista.

La pluriversalidad de Dios, al contrario, permite entender que de cada pedazo de mundo brota la verdad que en aquel pedazo de mundo hace la vida posible, y si se trata de un Dios de vida, solo es creíble cuando – incognoscible como corresponde a la definición de Dios – defiende la diversidad de voces y maneras de coexistir armónicamente en toda la biósfera. Animales, flora, materia inerte, las fuentes materiales de vida que sustentan la posibilidad de que todo pueda ser, se equilibran y diseñan, prefiguran, cómo debe ser todo, incluida la sociedad necesaria de los humanos.

Porque el Dios Pluriversal y que – ahora sí – está en todos lados, es materialista, entiende que el espíritu no es un fantasma sino energía, fuerza, vigor. Y es trascendente precisamente porque es inmanente.

El Dios Pluriversal no necesita ser tolerante, porque la diversidad es parte constituyente de su reino, puesto que entendemos que cada otro tiene su verdad necesaria, su rostro necesario, que las contradicciones son accidentes necesarios, que el egoísmo es un recurso de supervivencia con valores limitados frente al yo colectivo que es, en realidad, lo que ha soldado la fraternidad de las especies y les ha permitido permanecer en la Tierra hasta ahora, a pesar del individualismo y el objetivismo instalado por los adoradores no tan secretos del becerro de oro.

Solo la pluriversalidad de Dios, que asume al mismo tiempo el amor cristiano, la fraternidad de los comuneros cajamarquinos en sus rondas de justicia en las montañas, las enseñanzas del Bikut Awajun, los pagos a la Pachamama, la satyagraha del maestro Gandhi, y en general todas las formas en que se manifiesta la voluntad de vivir adecuadamente en la extraordinaria Gea, nos puede garantizar que al mito universalista, germen de dictadura y dominación, se le puede vencer. Su paz es la paz del equilibrio, la paz de las interrelaciones espontáneas sin tiempo absoluto ni historia absoluta, es decir la paz de quienes luchan porque el planeta nos siga acogiendo.

Desde mi agnosticismo, ese dios sí me parece posible y hasta deseable.


Escrito por

DAVID ROCA BASADRE

Activista ecologista, firme contra cambio climático y depredación, periodista, educador, militante por el Buen Vivir


Publicado en

HABLA UN VERDE, LIBERTARIO Y NO VIOLENTO

Blog de David Roca Basadre, activista ecologista, periodista, educador, militante por el Buen Vivir, no violento.